04 junio 2009




Formación y tecnología, las recetas de Izaskun Bilbao para salir de la crisis.

Según el Tratado de Lisboa el funcionamiento de la Unión se basa en la democracia representativa. Y los ciudadanos están directamente representados por el Parlamento Europeo, estándolo los Estados por el Consejo.

La democracia participativa se hace más visible cuanto más evidentes resultan los límites de la democracia representativa. Resulta obvio que la construcción europea representa un modelo genuino y peculiar a escala mundial, estando a menudo justificadas las críticas relativas a su falta de representación democrática a pesar de la consecución de importantes logros a favor de sus ciudadanos durante sus más de cincuenta años de historia.

El déficit democrático de la Unión está relacionado con las tendencias crecientes a la despolitización del proceso democrático, donde la construcción de pilar constitucional europeo no va acompañada del refuerzo del pilar ciudadano.

No es la Europa política la que está en cuestión sino la validez de la representación política a nivel europeo. La irrupción de una nueva gobernanza, adecuada a la nueva configuración de la sociedad del siglo XXI que descansa en modelos relacionales más heterárquicos y menos jerárquicos, se presenta como una condición inevitable para la conformación de una Europa política capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos pero necesitada de crecientes dosis de legitimidad democrática que reduzcan la brecha que la separa de su ciudadanía.

En la Unión Europea, la articulación de un sistema eficiente de representación y participación democrática es particularmente compleja por la inexistencia de un Demos Europeo y su progresivo incremento territorial consecuencia de las sucesivas ampliaciones.

En cualquier caso, en EAJ-PNV consideramos que el refuerzo de la democracia participativa no debe ser entendido como contraposición a la democracia representativa. La búsqueda de nuevos cauces de participación democrática a través de la sociedad civil debe constituir un complemento al sistema de democracia representativa en la búsqueda de la legitimidad del sistema democrático.

Por ello, desde EAJ-PNV abogamos por seguir reforzando el papel del Parlamento Europeo como cámara de representación de la ciudadanía europea en la línea iniciada en 1979. A pesar de los progresos realizados, especialmente con ocasión de la reforma de Lisboa, consideramos necesario llegar hasta el final a la hora de otorgar las competencias al Parlamento Europeo al mismo tiempo que se limiten los poderes del Consejo eliminando el derecho de veto de los Estados en la materias en que aún existe.

Abogamos al mismo tiempo por la utilización plena y el perfeccionamiento de las herramientas de democracia participativa que el Tratado de Lisboa ofrece como la iniciativa legislativa ciudadana y el diálogo permanente de la Comisión Europea con los agentes civiles.

EAJ-PNV aboga por la participación de todos los miembros de la sociedad civil organizada; por un diálogo que podrá tener alcance general o sectorial según los casos y que no se limite al clásico diálogo social entre instituciones, patronal y sindicatos.

EAJ-PNV propugna que las organizaciones civiles que formen parte de este diálogo -interlocutores sociales, medios económicos, organizaciones no gubernamentales, círculos académicos, etc.- estén organizadas de manera duradera, representen intereses que se correspondan con los de la sociedad europea, sean responsables ante sus propios miembros, sean independientes y se rijan por el principio de transparencia.

EAJ-PNV defiende la superación de la experiencia del Comité Económico y Social como foro permanente y estructurado del diálogo civil, reconociendo el importante papel que ha jugado como elemento orgánico más representativo de la democracia participativa en el sistema de las Comunidades Europeas.